TRATAR DE HUIR


Un día me desperté con desacierto y con ganas de no hacer nada, mis frustraciones no dieron espera y golpearon mi alma, trayendo emociones falsas y negativas. No podía ser peor, mis errores estaban pasando factura. Pensé, ¿qué más podría venir a perturbarme?

Quería correr, hablar con alguien, descargar mis penas y dolores, pero lo único que encontré fue juicio. Algunos no querían hacerlo pero a mis espaldas y con hermosas frases los lanzaban, eran como cuerdas que me ataban con gran peso, sentía que me empujaban a un abismo.
Luché y luché tratando de quitarme las cuerdas, de ir en contra de todo lo que sentía hasta que me rendí, sentí que no valía la pena, quizás las personas tenían razón yo debía dejarme caer y que me cayeran con todo el rigor de la ley. Me dije a mi misma no más, no seguiré hablando contigo, hasta aquí llegué, de una u otra forma culpé a Dios.

En el momento que me solté, dejé que todo ese peso y las cuerdas que me tenían atada hicieran lo suyo, pero fue entonces cuando sentí una mano enorme que me cogía y empezaba a quitar una por una de esas cargas, desamarraba con amor las cuerdas que me tenían atada a mi error, me sentía mejor, eso no fue suficiente seguía tratando de alejar de aquel que me estaba ayudando, quería hundirme y seguir sola, aunque sabía que no podía estar sola, eso era lo único que deseaba, pero aquella mano grande que veía me atraía a su pecho, podía sentir su corazón latiendo fuerte, como si le doliera mucho por lo que estaba pasando, su amor era inexplicable, fue irresistible no pude hacer nada hasta que me rendí.

Al rendirme, experimenté lo más hermoso que he podido vivir, vi un amor sin igual, una misericordia y su gracia, oh su gracia, es algo que no merecía y decidió concedérmela, me quedo corta en palabras para expresar todo lo que me permitió ver.

Ese es el Dios que me enamora día a día, que busca como mantenerme enamorada, que si tropiezo me levanta, que apesar del concepto que tengo de mi, Él sigue trabajando en mi, me habla lo que realmente soy y me alienta. 

Me di cuenta que huir no me es posible y que definitivamente no hay otro Dios como tú. 


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