Mano de Tinta

Me encontraba en medio de una batalla, no entendía el por qué estaba allí, miré a un lado y estaba un ser oscuro riéndose y alzando sus brazos en signo de victoria.  Dirigí mi mirada al otro lado y vi a un hombre golpeado, sangrando, su rostro estaba desfigurado, parecía vencido. Aquel hombre me miró con ojos de amor y me dijo: - "Hago esto por ti para que estés por siempre y para siempre conmigo. Te amo y siempre te he amado". Sentí pena por aquel hombre; quería acercarme para ayudarlo, no entendía lo que me había dicho, la verdad solo pensaba que estaba loco, yo no necesitaba que pelearan por mí, de hecho estaba c omo espectadora de la batalla. ¡ Qu é equivocada estaba al respecto! De nuevo dirigí mi mirada a aquel hombre que decía amarme, se encontraba colgando en un palo de madero, se veía agonizante, quise acercarme, ver que podía hacer por él, pero apenas me acerqué una llama de fue go, que consumía todo, descendía del cielo se dirigía a este hombre, apena

Por muchos días escuchando voces en mi cabeza, nunca pensé que yo era inducida al error, siempre tenía expectativas grandes para mi vida, no podía alcanzarlas, no podía comprender porque no podía llegar a donde debía estar. Todo lo que lograba no me llenaba, podía conseguir lo que quería pero sentía que no era lo que estaba diseñado para mí. Deseaba que el espejo me mostrara algo que yo no podía ver. Necesitaba ayuda, estaba equivocada, no podía seguir haciendo lo mismo que venía haciendo no habían resultados, no podía alcanzar el destino que fue preparado para mí. Sabía que no era la única que gritaba por ayuda, pero en momentos, mis pensamientos me hacían ver todas mis debilidades, mis defectos y fracasos, haciéndome sentir que no merecía recibir ningún tipo de ayuda, eso me hacía  ver todo más grande que nunca, realmente necesitaba de alguien que pudiera quitar todo lo que ahora veía en el espejo, necesitaba un salvador. Escuché una voz que me llamaba y me decía ven, ven. En medio d

Me sentía sin rumbo y sin camino, no sabía a dónde debía dirigirme. Conocía que mi Padre había enviado su hijo a morir por mí para cambiar mi vida y tener la suya, pero me sentía que no sería feliz, no tenía la satisfacción que tenía años atrás cuando lo conocí, era una bendición enviada por mi Padre. Me daba vergüenza reconocer esto, pero Dios no me daba lo anhelado, miraba a mi izquierda, el valle del espejismo y encontraba cosas muy hermosas;  allí estaba lo que yo quería para mi vida, pero a mi derecha se encontraba el valle del propósito, en este valle habían cosas buenas, no lo que yo quería, no lo que me seducía, estaba determinada a no seguir caminando hacia ese lugar. Estaba en la mitad del camino, había llegado el momento de decidir cual de los dos lados debía coger, no puedo negar que el valle del propósito me llamaba la atención pero no tanto como lo hizo el valle del espejismo. Camino a este valle me desesperé no llegaba con rapidez, corría y aún no llegaba; lo podía ve