LA LUZ QUE NO PODRÁ APAGARSE

Mi mente esta dispersa, tengo sueño pero quiero hablarte, mi cuerpo y mi alma están agotados de buscar respuestas, no entiendo porque no te busco a tí primero antes de ir a tantos lugares, ahora sé que tienes la respuesta pero estoy tan agotada que no puedo acercarme a hablarte y preguntarte. Mi mente cree que es más fácil encontrar respuesta en otras partes y mi espíritu le dice que solo tú tienes la respuesta a todo.

Tomé fuerzas y te pregunté ¿cómo puedes estar tú en mí? ¿Cómo puedo reflejarte,  si sigo siendo yo con debilidades, errores y equivocaciones? En el momento solo podía oír el silencio que me rodeaba en la habitación y entendí el porqué mi alma buscaba respuestas en otra parte, no tenía la paciencia de esperar y quería todo inmediatamente, pero ya había buscado por mar y tierra, debía ser paciente y esperar a que me respondiera, pensé. Entonces me asomé a la ventana y ví el resplandor de la luna.

Extrañamente sentí que era la luna, las radiaciones del sol las empecé a absorber y me movía para buscar una ubicación perfecta, cuando la encontraba empezaba a reflejar la luz del sol y la radiación del mismo que había absorbido me ayudaba a dar una luz más fuerte, entendí que debía ubicarme en el lugar perfecto para poder alumbrar plenamente y no con mi luz sino con la luz de la estrella mayor, de hecho no tenía luz, mi luz venía del sol, mi camino era constante pero no siempre lograba ubicarme en el lugar perfecto para alumbrarme toda, pero podía alumbrar partes de mí. Y comprendí. 

Cada vez que conozco a Cristo absorbo de su luz y cuando me ubico en el lugar perfecto empiezo a verle y, entonces estoy reflejando su imagen en mí y ya no me veo, mi Padre no me ve más, sino ve a su hijo en mí. Siempre está conmigo yo absorbo su esencia, lo que Él es y entonces veo mi valor en Él, el privilegio hermoso que tengo de poder ser su hija, en mis debilidades Él esta presenté radiando, mis errores y equivocaciones no borran esa luz que irradia de mí, porque me ha dado identidad y por ella es que puedo reflejarle. 

Cada vez que te conozco hay una parte de mí que empieza a ser alumbrada y transformada por tu palabra, entonces empiezo a verme más como mí creador y de esa forma empiezo alumbrar, así como lo hace el sol con la luna. 

Mi Dios siempre serás mi luz, mi resplandor y yo brillaré sólo por que a Él le ha placido.






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