A PUNTO DEL ABISMO

Caminaba por un camino angosto con otra persona, desde que nos encontramos hablamos de lo que nos había ocurrido atrás para poder estar en el camino que estábamos, de la nada salió un caballo con prisa y acelerado, no llevaba jinete y era muy extraño ver un caballo por esos lugares, por su afán nos lanzó a la orilla del abismo.

No sabía qué hacer apenas me pude agarrar, con quién estaba me miraba y me decía "nosotros podemos no te sueltes, así tus brazos y dedos se encalambren, debemos buscar la manera de subir nuevamente, debemos hacerlo nosotros mismos, no hay nadie más y de ello depende nuestra vida" yo solo lo miré, parecía lógico lo que me decía.

Después de un tiempo aún seguíamos agarrados con mucho dolor, veía que era imposible salir de allí por nuestra propia cuenta, estábamos agotados y estresados, el viento soplaba con mucha fuerza y la gravedad ya hacía de las suyas, no pude más y cerré mis ojos, no quería seguir mirando esa condición en la que me encontraba, entonces empecé a agradecer a Dios, a buscarlo, sabía que Él era mi salvación y fue entonces que ví como el estar agarrada del borde del abismo me estaba haciendo fuerte, mis brazos y músculos crecían con el dolor, sabía que Dios me salvaría y lo haría en el momento justo y perfecto. Entonces se me fue todo temor, aunque el viento soplaba fuerte me llevaba de lado a lado yo seguía agarrada y confiada.

La persona a mi lado lo notó y me decía que si seguía así terminaría muerta al final del abismo, yo le dije "ya vienen por nosotros ten calma, no tarda..." Sin poder terminar replicó diciendo "no podemos esperar, hay que hacer algo así esté agotado, soy yo quién debe hacerlo no hay nadie más"

Escuche una voz que venía con el viento que me decía "suéltate, ya es hora" le dije a mi compañero de camino "suéltate, ya es hora, a llegado a salvarnos" al instante me respondió, estás loca, esa no es la solución, lo que debemos hacer es subir, como sea lo vamos a lograr y estaremos de nuevo en el camino. Se me acababa el tiempo para salir de allí, inmediatamente me solté y desde abajo salió como un vapor a presión, parecía una nube que me sostenía y me lanzó al otro lado del camino.

Estaba muy agradecida con Dios, me había sacado de ese abismo y estaba en un nuevo camino, con nuevas fuerzas y nuevos motivos para seguir. No pude regresar por mi compañero de camino y no supe nada de él tal vez seguiría agarrado esperando y mirando la forma de salvarse y salir de allí, la verdad no lo sé, lamento no poder ayudarle más, ahora sigo un nuevo camino y un nuevo horizonte.



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