LA CIMA

Estaba en una montaña muy dura de subir, al inicio cuando entré en ella sabía que era dura y no sería fácil pero sabía que en la cima tendría lo anhelado, sería mejor.
Subiendo sufrí mucho dolor, me resbalaba, me raspaba las rodillas y codos, en momentos no lograba mantenerme por mí misma, dudaba que podía llegar a la cima, pero sabía lo que encontraría allí, me esforcé por llegar y lo logré.

Me sentía más fuerte, sentía que había hecho todo por mis medios, me había esforzado y merecía llegar allí, me sentía fuerte y que podía atravesar cualquier cosa, no había ningún obstáculo que pudiera venir en contra mía. Pero subí la mirada y encontré que donde estaba no era la cima, eran tantas las ganas de llegar que me encontraba en la mitad, tenía que seguir y continuar escalando, aún me encontraba agotada y la idea de subir bajó todo mis ánimos de presumir. 

Al inicio pensé poder hacer todo sola pero realmente estaba equivocada. Debía seguir adelante; si me quedaba quieta corría peligro, era mejor seguir despacio pero no quedarme allí porque después de un tiempo llegarían los depredadores a devorar lo poco que quedaba de mí.

Subiendo a la cima llegue a sentir que moría pero ví a mi alrededor, tenía una vista hermosa, pude ver  que Dios había creado los arboles, los cielos, los pájaros que cantaban y tenía al lado de la montaña una hermosa catarata y reconocí que no soy nadie, sola no podía seguir; la subida me tenía muy desfallecida. Debía aceptar que necesitaba ayuda.

Agaché mi rostro reconociendo que necesitaba a mi Padre. En ese instante llegó, me acogió, me limpió las heridas y admití que no merecía nada de lo que me estaba dando, haciendo en mí y dando por mí. Me dediqué a contemplarlo y durante el trayecto hablaba con Él de todo lo que yo había pensado y lo bien que me hacía poder contar con Él. Cuando me dí cuenta estaba en la cima y pude observar las maravillas de su creación de una forma más clara. me miré y noté que tenía una vestidura mucho mejor, más limpia y tenía un aroma muy agradable, un olor fragante.

Solo mi Padre podía hacer lo que hizo por mí, estando en la cima pude notar que tenía mucho camino por delante y mucho que formar en mí, me gocé y me alegré porque para ese trayecto no estaría sola.


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